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domingo, 8 de noviembre de 2009

RACISMO Y MIGRACION

El racismo es entendido como "toda teoría que invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o étnicos que dé a unos el derecho de dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores..."
José Almeida al tratar el racismo puntualiza:
"Primero el racismo como discurso es una elaboración ideológica excluyente que mantiene su núcleo en la supuesta superioridad biológica y cultural de una determinada "raza". Segundo como tal, incide poderosamente en la construcción de la subjetividad individual y colectiva de una población, proporcionando ante todo conceptos que propician la intolerancia entre grupos que exhiben diferencias físicas. Tercero, como doctrina de exclusión social, no solo empuja un sistema clasificatorio que organiza y jerarquiza a los grupos humanos desde una escala
etnocéntrica, sino que además involucra un conjunto de "técnicas" emotivas e inconscientes que tienen por fin negar el acceso a determinados espacios, bienes o servicios a aquellos que son percibidos y sentidos como racialmente diferentes".
Así el racismo actúa como referente de exclusión en el ejercicio de derechos de aquellas personas identificadas con cierto color y rasgos físicos asociados a grupos que desde la cultura dominante son vistas como inferiores. El racismo parte fundamentalmente de la negación de la diversidad cultural.

Mármora nos plantea el reto de garantizar este derecho al afirmar:
"El derecho del inmigrante a mantener sus diferencias culturales solo podrá ser posible cuando las sociedades receptoras renuncien a la ideología de la asimilación pura y simple de las comunidades extranjeras, para consentir la cohabitación de comunidades diferentes.
Solo de esa manera la inmigración dejará de ser vista como un peligro para la identidad cultural para pasar a ser concebida como una posibilidad de enriquecimiento de esa cultura."

No podemos dejar de resaltar que a contrapeso de actitudes discriminatorias, racistas y xenofóbicas, existen también experiencias de apertura, acercamiento, involucramiento que genera redes de solidaridad y espacios de intercambio, aprendizajes que construyen la interculturalidad.

Ahora bien, la inequidad en la distribución de la riqueza mundial en la relación norte- sur y al interior de los países de la región andina y América Latina, hace que quienes sufran la pobreza sean generalmente poblaciones pertenecientes a grupos étnicos indígenas, negros y mestizos no blanqueados. Las mujeres, niños, niñas y jóvenes pertenecientes a estos grupos sufren sin duda una discriminación agravada.

El racismo en el contexto de globalización y movilidad humana se manifiesta en los tiempos actuales con características específicas, "...esa actitud racista de rechazo
a la diferencia o miedo a "la otra" cultura no es sintomática y universal, tiene ubicados a cierto tipo de seres humanos, casi siempre emigrantes de países pobres; situación que nos dice mucho sobre la persistencia de ciertos imaginarios sociales que contraponen una cultura progresista, modernizadora y universalista contra una particularista y supuestamente primitiva".
En este análisis la ubicación de ciertos rasgos físicos vinculados a lo indígena, afro, mestizo, y su desvalorización, marcan la consolidación del racismo y las violaciones de derechos humanos de esos "otros" "intrusos" que invaden y contaminan el espacio de los países del norte, o los países más ricos al interior de nuestra propia región.
Según Wieviorka existirían al menos dos tipos de racismo, el racismo "excluyente" o diferenciador que ve como única actitud frente al diferente la segregación y hasta el exterminio y el racismo "dominador" que apunta a la adaptación del "extraño" en forma subordinada y funcional al interés del dominador". (11)
La concreción de estos dos tipos de racismo, es claramente identificable en el mundo contemporáneo, tanto con la presencia de grupos de extrema derecha que propugnan la exclusión y eliminación de los inmigrantes que se encuentran en los territorios de sus países, así como ese racismo más velado que acepta la presencia del inmigrante, "el extraño", en tanto en cuanto se integra - léase se asimila y mimetiza - en la cultura dominante y aporta como mano de obra barata a la economía del país.

Frente al racismo excluyente, las violaciones de derechos humanos más frecuentes dicen relación con las detenciones ilegales, la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes, la persecución, las ejecuciones extrajudiciales y hasta el genocidio. Con relación al racismo dominador las violaciones de derechos humanos más frecuentes particularmente en el caso de inmigrantes irregulares se manifiestan en, restricciones y violaciones al derecho al trabajo, la seguridad social, la educación, la vivienda, la salud, la diversidad cultural, la reunificación familiar y la falta de acceso a la justicia, pues su condición "clandestina" amordaza la posibilidad de exigir los derechos por temor a ser expulsados. Precisamente el ser irregular, "sin papeles" coloca a inmigrantes en condiciones de extrema vulnerabilidad respecto de sus derechos. Es en gran medida la clandestinidad forzada que asume la que los ratifica como no-ciudadanos. Hay que señalar que la condición de irregular del inmigrante propicia condiciones de trabajo violatorias de los más elementales derechos laborales, que resultan funcionales a la economía de los países receptores que logran una ventaja competitiva frente otras economías por la utilización de mano de obra barata que disminuye los costos de producción.

A pesar de todos los avances que constatamos en las últimas décadas en materia de reconocimiento normativo de los derechos humanos a nivel internacional y el amplio consenso que se ha generado alrededor de su universalidad e integralidad , entendiendo estas característica en el sentido que plantea Helio Gallardo "los derechos humanos deben ser universales e integrales (incluyen a todos y comprometen a la economía, la política y la cultura)", existe un abismo creciente entre los compromisos que asumen los Estados en materia de derechos humanos en el ámbito internacional y sus políticas económicas, sociales y sin duda migratorias.

Los Estados en ejercicio de su soberanía tienen la potestad de regular el ingreso y salida de personas de su territorio, no obstante, tales regulaciones, no deberían atentar a la Declaración Universal de Derechos Humanos, que en su Art. 13 reconoce que "Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado"

Tal como señala Mármona "Quizás el derecho a la libre movilidad sea considerado el más utópico en las actuales circunstancias en las que viven las naciones del mundo; es probable que su planteo irrite tanto a los que no dejan salir como aquellos que no dejan entrar a las personas a través de sus fronteras; pero es innegable que este "derecho perdido" es algo que resta recuperar a la humanidad, si su proceso de desarrollo incluye un respeto auténtico por las libertades individuales."
Cabe resaltar adicionalmente que la tendencia restrictiva en las políticas migratorias no consigue sino fortalecer las alternativas ilegales que se enriquecen a costa del tráfico de personas, colocando en mayor vulnerabilidad a los potenciales inmigrantes que pueden sufrir formas de esclavitud, prostitución forzada, esclavitud sexual, especialmente en el caso de mujeres, niños y niñas y que adicionalmente son criminalizados por los Estados de origen, de tránsito y receptores.

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